Las gaviotas blancas
de los vientos tenues
vinieron a contarme
el sueño de los peces.
En las bravas aguas
donde el marinero envejece,
donde la ola nace
y el río muere;
donde el horizonte de azul se viste
y el sueño tiene todo su azar,
está el silencio que me entretiene
que no pregunta sobre quién eres
ni sobre quién serás;
ni de dónde vienes
ni adónde vas;
y está la sal que aliñará
la sosa vida que estoy viviendo,
y está el destino
de este río que hacia allí va.
