lunes, 23 de enero de 2012

CANAS Y CONCLUSIONES

                                            imagen de wikipedia

 La experiencia nos enseña a separar el grano de la paja.

El peso de la memoria...
las dudas de la razón...
déjole yo al corazón
que elija sus desengaños,
pues en el correr de los años
ha de aprender a elegir.

Nunca he sabido fingir
sobre el pensar y el sentir,
nunca he podido callar
ante quien tira la piedra
mientras esconde la mano,
ni ante quien cuenta mentiras
con la intención de engañar.

Y al paso de la memoria...
y al grito de la razón...
decidiendo el corazón,
mis canas suman edades,
y en todas las verdades
que la ciencia dio por ciertas
no encontré tanta verdad,
pues quitando algunas fiestas,
y otras siestas de guardar,
las recetas que funcionan
no lo hacen por razones

de objetiva claridad
sino por disposiciones
de imperativo legal
para que cuadren las cosas,
con sus números y letras,
en este imperio letal.

Ay achaques de la edad...
ay desengaños del tiempo...
que me hacéis reflexionar
sobre el mundo de los vivos,
sobre el mundo de los muertos,
y sobre los muchos entuertos
que encontré en mi caminar,
y ahora ya empiezo a saber,
después del tiempo vivido,
lo que cuestan los laureles
y lo que importan los cominos,
y con tal conocimiento
he llegado a comprender
que los castillos en el aire
nunca han tenido cimientos,
y que un castillo de naipes
aguanta muy mal el viento,
y que los mejores sueños
acaban frente al espejo
de la cruda realidad
donde se mira la cara
el diario despertar,
y que la vida no es más
que aprender a ser y a estar
a través de la experiencia,
que enseña más que la ciencia
que el poder ha ido dictando
con sus hormas y sus armas
y en tomos de pasta y lomo
ha quedado encuadernada
para uso y archivo,
y para que el ilustrado y el lego
practiquen el mismo credo
que han dictado y dictan
los que imponen lo mandado.

Por eso, y por otras cosas,
al echar la vista atrás
desde la edad que almaceno,
el peso de la memoria
y las dudas de la razón
motivaron así, tal cual,
esta humilde reflexión
que salió del corazón
sin poderlo yo evitar.

Impersonem