viernes, 25 de febrero de 2011

SE APAGARON LAS LUCES DE MI CIELO


                                                    Imagen de Wikipedia. Musas.

Ya no oigo la música de las esferas,
sólo ruidos y cantos de sirenas,
se apagaron las luces de mi cielo,
se ha dormido la Luna y no despierta,
se ha escondido el Sol que yo veía
y ya no alumbra mi vida
que llora en la oscuridad.


No sé cuántos mañanas me esperan
que en rutinas tendré que malgastar
pero hoy me siento muy cansado
y me cuesta mucho andar.


El pasado se fue raudo y dolido,
parpadeos que recuerda la memoria,
que se mezclan con susurros de la historia
que las voces del sistema insisten en recordar;


y de aquel yo porto tantos lutos
por aquellos que se fueron y no están
que en mi pobre corazón
ya no caben tantas penas,
y por eso ya no le entrega a mis venas
la sangre de la pasión.


Hace tiempo que he perdido la ilusión
(a la vez que perdí mi ingenuidad
cual Quijote que despierta a la “cordura”),
realidad que se impone tan tozuda
que resulta difícil soportar,
e intuyo finales tan cercanos
que he dejado de soñar.


No me gusta competir por las migajas
que el gran amo nos ofrece cual maná;
no me gusta dividir con interés
pues prefiero dividir con equidad;
no me gusta marcar mi territorio
y por ello de continuo me lo invaden
los que saben del manejo de cotarros
y profesan con integrismo la doctrina
del “tanto tienes tanto vales”.


Hoy me siento solo y triste
tragando incomodidades
y sumando a mis edades
cada año otro año
a la vez que desengaños,
pues en este mundo extraño,
donde en vez de codo con codo
todo transcurre a codazos,
donde el afán de propiedad
ha esquilmado lo común,
y donde el poder que impera,
se llame como se llame
el sistema que lo vista,
ha creado servidumbres
que esclavizan la razón
y que han pasado a ser costumbre
por legal imposición
o por doctrina aprendida
de los que enseñan mentiras
como si fueran verdad
y asumida sin rechistar
por eso del qué dirán
o por eso del qué me harán,
este alma que camina
ya no quiere caminar,
y mucho menos estar
alimentando el absurdo
de vivir pa’ trabajar,
de trabajar pa’ comer,
y de comer pa’ cagar*.



Impersonem.

* Perdón por el ímpetu escatológico de mi último verso.