¿Quién es más necio,
el niño que teme a la oscuridad
o el hombre que teme a la luz?
(M. Freechill)
Libre de la hipnosis del sistema,
desvestido de la ingenuidad
con el paso de los años,
he abandonado todos los rebaños
y señalado a los falsos pastores.
Tengo la garganta seca,
áspera de gritar contra los jerarcas
mis razones de ciudadano.
Tengo el corazón loco,
desbocado de perseguir luciérnagas
en medio de tanta oscuridad.
Tal vez sea el último loco del sistema,
el último lírico de la pena,
¿el último utópico?
Hay una tela de araña en cada jerarca,
una quimera en cada promesa,
y una ilusión vencida en cada amanecer.
Sobre las ascuas de las promesas del poder
se abrasa el mundo poco a poco.
¡Cuántas cenizas hay en el ambiente!
Dadme una razón para apoyarme,
estoy cansado de mirar hacia atrás
y no ver más que huesos y quimeras.
¡Cuánta muerte se respira!
Cuando el ataúd se abra
para introducir mi cuerpo
en la tierra donde habitan los gusanos,
dejaré el mundo de los cuervos.
¿Encontraré entonces la luz
que siempre he buscado?
Impersonem.