lunes, 5 de enero de 2009

Para qué...

Para qué sacar la miel de las colmenas,
para qué sacar toda su cera,
para qué robar el afán de las abejas...
hay tanta hiel en esta tierra
que todas las cosechas nada se notarían;
hay tanta oscuridad conformando leyes
y dando cuerpo a miles de doctrinas
que la cera apenas daría para alumbrar una quimera.

Y es que aún queda chocolate para el loro
y toda la sopa boba necesaria,
y toda la luz "kilovatiada" que se precisa
para dar continuidad a la comodidad "artilugiada".

Y aún sobran unos céntimos para mandar, cual viaje del IMSERSO,
a Babia a millones de cerebros en viaje de recreo,
y no faltan expertos y entendidos en música de viento
venidos ex profeso de Hamelín para guiarnos a la tierra prometida.

Y aún quedan risas enlatadas y aplausos dirigidos
para hacernos divertida nuestra estancia en las tinieblas,
y en el baúl de los recuerdos aún queda sitio para guardar
muchas conciencias y algunas apariencias.

Y aún todos los Pulgarcitos podrán volver a casa
siguiendo el rastro de sus escasas migajas,
ya no hay gorriones y a los cuervos les gusta la pitanza
que cae de la mesa de los grandes señores que les crían.

Y aún los testaferros podrán pasar bajo el arco de la Ley
sin miedo a que les atrapen los imanes,
y los hombres de paja tienen asegurada una buena abrigada
en su tránsito diario a paraísos innombrables.

Y aún sobran hilos y cuerdas entre bastidores
para que nadie se salga del guion y pierda el ritmo de la danza,
aunque se permite al plebeyo combatir con una ristra de lágrimas
y con grandes dosis de fe alimentar esperanzas.

¡Para qué robar el afán de las abejas...!

(impersonem)